NEURÓNIKA

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¿Cómo escapar de la corriente continua de los Pixies? Los Pixies son crueles y elegantes. Emiliante dice que eso es puro pop con daño y Remo asiente.

mardi 19 février 2013

De la naturaleza inflamable del hielo. Las artes de Basquiat


“La droga es como un padre para ti.” -Rock’n’Rolla-

"Papa, I'm gonna be famous." -J.M. Basquiat-



Arde el hielo. No preguntes cómo: solo arde. La primera ambición humana de Jean Michel Basquiat (Brooklyn, 22 de diciembre de 1960-Soho, 12 de agosto de 1988) fue ser bombero: apagar fuegos, mirarlos de cerca, iniciar un fuego para acabar con otro fuego. Nueva York arde. Grandes cubos de basura, industriales en su proporción de desencanto, e inmensas cajas de cartón vacías, tan grandes y tan vacías como para esconder dentro una ciudad: eso es la vida, la puta vida, tío. Escaladores radiactivos se descuelgan por la pulcra superficie vertical del espejo de los rascacielos, la que simula nubes, la que ciega, la que asesina a las aves en su migración hacia otras latitudes. Escaleras mecánicas, escaleras de incendios, gritos, fuego, conatos de hip hop, una rata se descompone en un callejón: la vida, tío. Un gran camión tatuado con un letrero inmenso, INFLAMABLE, se accidenta en un cruce y reparte su entraña de llamas.

Los primeros años ochenta asisten en Nueva York al show de las arenas movedizas del arte. Jean Michel Basquiat es esa parte del iceberg que desborda la gravedad: neoexpresionismo, graffiti, street art, surrealismo, pop telúrico, collage racial, abstracción. Basquiat ha sido dotado de una "second nature". El suyo es un arte en contacto directo, primordial con las emociones más profundas. El arte de Basquiat es un arte poético, una moderna forma de la alquimia de signos y símbolos. Enseguida se reconoce en él al enfant terrible, al chico radiante, al iluminado posmoderno. Muy pronto se habla del nuevo Rimbaud.

Las calles arden. La humanidad se funde en los altos hornos de la química a una temperatura nunca vista. Nueva York, en su gigantesca e intrépida consumación de todas las modas, todas las tendencias, todos los instantes, hierve entregada a su propio renacimiento: renace en la mirada destripada de este chico de apenas 20 años. También el cielo hierve más allá del punto de ebullición en una cucharilla. Cosida de violencia, de luchas callejeras, de encrucijadas marginales, de canibalismo económico y político, cosida de glamour y de desesperación, la gran ciudad que lloró Federico García Lorca es el collage de un incendio, un paraíso caótico. En la clepsidra alienante, en las zonas oscuras y en los sueños rotos, en la telaraña de los negros senderos palpita el neón anunciando el funeral de los dioses muertos. Nietzsche duerme en una caja de cartón en Central Park. Cosida de ríos y de océanos, Nueva York es la luz que deslumbra. La polución urbana es la forma alucinada de una amenaza sistémica. Un cartel publicitario se amontona, despellejado, humillado, reseco de contaminación que parece una mierda de hace dos meses, anunciando la llegada del Mesías. Creed en Él.

Nueva York es una gran hoguera que exige de cada uno una porción inmensa de sí para alimentar el fuego. Bartleby, que es ceniza, negación, aturdimiento, duerme en una caja de cartón en Central Park. Una pared en la periferia de los centros descentrados –me acuerdo de Derrida– reclama la nostalgia de los posters que anuncian comida para gatos, modelos de Armani, exposiciones colectivas de artistas, programas antidroga, majadería industrial, pasarelas de lo sórdido. En cualquier almacén abandonado hay una Virgen y un yonki, un fotógrafo ciego y una perra muy underground recién parida. La gente ronda por ahí como empalada en su misma espina vertebral, dorsal. Jean Michel Basquiat baila en cada uno de los muros sobre los que escribe. En sus ojos se pueden leer a veces dos grandes cruces, trazadas a brochazos sin compasión, amarillos sobre negro: pupilas como señales de peligro, como exposición a un peligro asumido, como radiación mística. ¿Dónde? ¿Hacia dónde? En ese vídeo, en esa toma de leche negra, fundida en grises, lo verás. Y sí, el viejo Dodge de Basquiat se ha evaporado, se ha desvanecido bajo el sol de Venice, pero el chico ya está de vuelta otra vez en la gran ciudad, en otro estudio, al lado de Andy Warhol, con un pie dentro y otro fuera de la Factory. La violencia asola los barrios. Un escarabajo egipcio cabalga hacia el oeste en mitad de la nada. Una cucaracha caga en una hamburguesa de 50 $. Viene Madonna a verlo: Basquiat es una de las únicas personas a las que envidia, y que es demasiado frágil para este mundo. Fragile: Handle with care. Grandes fajos de grandes billetes y grandes bolsas de marihuana. China Club. Pintará por la noche, los marcos y los lienzos están ya preparados. Science Fiction Versus Man, 1983: “Vamos a devastar la esencia de la felicidad humana. Somos peligrosos psicópatas en tanto las ciencias y los científicos nos alejan de la belleza y la harmonía del tiempo natural. Esa es la cuestión.”

Al Díaz agita un spray en el Lower East Side. Mapelthorpe se fotografía desnudo en una habitación del hotel Chelsea. Basquiat duerme en una caja de cartón en un parque de Nueva York. Así le vemos en una de las primeras escenas del film de Julien Schnabel, amaneciendo, mientras René Ricard escribe en un banco unas notas sobre el arte: “El arte es la oreja de Vincent Van Gogh”. De entre la vegetación, de la fiereza de la última noche surge Basquiat. Corre el final de 1981. En diciembre de ese año aparece en Artforum unos de esos artículos que nacen con vocación de mito. René Ricard hace en The Radiant Child una amplia e incisiva reflexión sobre el arte de las calles de Nueva York. Este texto propulsará hasta límites insospechados el éxito de Jean Michel Basquiat y asentará en sus nubes pop la acción de Keith Haring. En realidad, René Ricard es un mago del arte. Ya ha lanzado a Julian Schnabel. Luego va a colaborar con Francesco Clemente. En el caso de Basquiat defiende “la institucionalización de lo idiosincrásico, el triunfo de lo vernacular y lo anónimo que trasciende. “El estilo graffiti, parte tan grande de esta ciudad, Nueva York, está ahora en nuestra sangre.” Al Díaz, compañero de juveniles correrías grafiteras juveniles, o Ramelzee o Judy Rifka son parte de esa sangre nuestra. Esta sangre grafiteada que inunda las calles parece haber estado siempre ahí, en las calles, en los vagones, en cualquier valla. Ardiendo. Ricard dice que este arte muestra la eternidad de un proverbio. La pintada es ya un proverbio que vibran con una acuidad política esencial. Basquiat, adicto a las coronas y a los signos de copyright, erige una patente demoledora: se apropia de lo público y lo lanza en transición hacia los ámbitos de lo privado. Como resultado de esos primeros años callejeros a finales de los 70, el Basquiat del éxito insistirá siempre en no ser un artista del graffiti, sino un artista. Y habla de sus influencias, desde Leonardo da Vinci a los expresionistas abstractos Cy Twombly o Franz Kline.

En 1986 Tamra Davis capturó una de las pocas entrevistas al pintor. El metraje ha permanecido inédito, oculto durante más de 20 años. Recoge, de forma portentosa, una sucesión de entrevistas y testimonios, y narra el ascenso meteórico y la caída en el áureo lodo de los inmortales de Basquiat. Su personalidad indómita, su rebeldía, su iconoclastia. El chico radiante grafitea bien claro: “Papa, I’m going to be famous.”. En la cinta de Davis los compañeros de viaje del haitiano-portorriqueño-neoyorkino son -ni más ni menos- Julian Schnabel, Larry Gagosian, Bruno Bischofberger, Tony Shafrazi, Fab 5 Freddy, Jeffrey Deitch, Glenn O'Brien, Maripol, Kai Eric, Nicholas Taylor, Fred Hoffmann, Michael Holman, Diego Cortez, Annina Nosei, Suzanne Mallouk, Rene Ricard, Kenny Scharf.

Compañeros de viaje para un viaje al centro de la tierra de los sueños negros. En un cartel, trazado irregularmente con lápiz de colores, escribe BIRTH OF EARTH y acompaña este nacimiento, este big bang, esta aurora de la tierra con el copyright, la corona de espinas del mundo capitalista. La insistencia devastadora en el símbolo copyright es un gesto gráfico más, como un guiño peligroso al Mundo del Dinero, al Mundo que no es mundo. En ese otro cuadro de allí sigue ese camión INFLAMABLE, que recorre inflamado las calles, reventado de llamas. Un minisegundo después, estamos ante un gran anuncio que ensalza las virtudes del petróleo. ASECTICISM: mezcla de lo ascético y lo aséctico, en una irónica danza de la muerte. Sectas del dolor, de la inexistencia, de la gloria y del dinero. En esa otra tela el llanero solitario está rabioso. ME. LONE RANGER RAGER. Bienvenida la rabia.

¿Qué es eso? No se sabe muy bien: mono aherrojado en un casco de rugby u hombre que gira en un satélite alrededor de la Tierra, ennegrecido y espacial, animal. La experiencia del artista, del pintor, es una experiencia fragmentada de conocimiento. El artista: cosmonautas conduciendo el fuego a puñetazos.